Hay bandas que suenan bien, bandas que suenan muy bien… y luego está Gorilla Riot, que directamente suenan a “¿pero qué demonios acabo de escuchar y por qué quiero más?”. Son de esas formaciones que no piden permiso para entrar: se cuelan por la puerta, te levantan de la silla y te hacen un nudo en la nuca a base de riffs gruesos, voces arenosas y ese sabor a whisky añejo que solo tiene el rock hecho con cicatrices.

Lo mejor de todo es que, aunque su aura sea 100% americana—con guitarras twin, aroma a carretera infinita y ese rollo outlaw que les va como anillo al dedo—sus raíces están en Manchester. Sí, en Manchester: lluvia, pubs, aceras húmedas y la cuna de media revolución musical. Pero lo suyo no va de melancolía británica. Lo suyo va de sudor, actitud, guitarras crujientes y canciones que te piden carretera sin mirar atrás.

Un sonido que mezcla lo mejor de dos mundos

Gorilla Riot no son fáciles de etiquetar, y eso es precisamente lo que los hace especiales.
Llevan en su ADN el hard rock clásico, pero también southern rock, stoner, un poco de blues polvoriento y ese punto moderno que evita que suenen a revival. Es un cóctel con sabor propio: guitarras densas, armonías vocales potentes y un groove que baja directo al estómago.

Es música para mover la cabeza, para conducir de noche, para beber algo fuerte o para ponerte las pilas mientras preparas tu día. O todo a la vez, porque Gorilla Riot no ponen normas.

Carisma sin filtro

El líder, Arjun Bhishma, es de esos frontman que podrían leerte la lista de la compra y aun así sonarían interesantes. Su voz rasgada es pura actitud y encaja de maravilla con unas letras que hablan de errores, apetitos, noches largas y decisiones dudosas (de esas que luego se convierten en historias épicas).

La banda entera transmite esa energía de pandilla auténtica: no posturean, no intentan aparentar más de lo que son… y justamente por eso acabas con la sensación de que ojalá fueran tus colegas para tomarte unas cervezas y hablar de guitarras.

Directos que hacen historia (y sudar)

Si en estudio suenan como una apisonadora elegante, en directo son dinamita. Tres guitarras que se entrelazan como un enjambre perfectamente coordinado, una base rítmica que parece maquinaria industrial, y un despliegue de actitud sin ningún tipo de vergüenza.

No vienen a posar: vienen a quemar escenario.

Es ese tipo de concierto donde empiezas pensando “voy a ver qué tal”, y acabas buscando camisetas de la banda por internet. Con ellos, o te subes al tren o te pasa por encima.

Conexión especial con el público español

España y Gorilla Riot tienen todas las papeletas de enamorarse a lo grande. Aquí nos gusta el rock honesto, el directo sudado y los músicos que lo dan todo sin filtros. Y eso, precisamente eso, es el ADN de esta banda.

Su mezcla de energía salvaje y melodías pegadizas encaja como un guante con el público español, que va a sentir ese torbellino sureño-manchego como si fuera propio. Son de esas bandas que, si las pillas una vez, ya no las sueltas.

Y ya algunos, aunque lo tengan en un recuerdo medio lejano, se acuerdan de su aquella primera visita a nuestro pais en la primavera del 2019. Sí se acuerda, sí…

Por qué deberías escucharlos ya

Porque te gustan los riffs.
Porque quieres descubrir un grupo con personalidad real.
Porque te atraen las bandas que no suenan a copia de nadie.
Porque sabes que cuando venga la gira vas a querer estar preparado.

Y porque, sinceramente, Gorilla Riot son de esos descubrimientos que te arreglan una mala semana.

Prepárate, porque cuando pisen España, más de uno va a preguntarse dónde estaban escondidos hasta ahora.

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